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Rugía ruidoso, rabioso, metiéndose por los recovecos.
Más al amanecer, amainó. Movíase de forma melosa.
Parecía paciente, postrado a sus pies.
Poseidón, el padre del mar pedía silencio.
Por eso él mecía mansamente las olas, moviendo sin murmullo las aguas.
Rozando tan sólo las rocas, respetando a su rey.
Cuando por fín el dios de los mares marchó,
el viento desató su furia y las olas bramaron alegres.
Más al amanecer, amainó. Movíase de forma melosa.
Parecía paciente, postrado a sus pies.
Poseidón, el padre del mar pedía silencio.
Por eso él mecía mansamente las olas, moviendo sin murmullo las aguas.
Rozando tan sólo las rocas, respetando a su rey.
Cuando por fín el dios de los mares marchó,
el viento desató su furia y las olas bramaron alegres.
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