sábado, 19 de junio de 2010

La importancia de una letra

Se acercaban los carnavales y habíamos quedado en la casa de Teresa para decidir de qué nos íbamos a disfrazar este año. Al llegar nos presentó a una amiga finlandesa que había venido a pasar unos días con ella. Era una mujer alta, rubia, de ojos azules y un poco seria. Fuimos apareciendo por tandas, Anna la chica finlandesa parecía atónita, creo que no entendía cómo invadíamos la casa de su amiga de esa forma tan estrepitosa. Ella sólo hablaba finés, menos mal que estaba Teresa que hacía de traductora. Empezaron a surgir ideas; de marcianos, de equilibristas, de animales... a la vez que proponíamos un nuevo disfraz todos y todas intentábamos hacérselo comprender a Anna a base de mímica, de medias palabras en ingles, y con gritos, con muchos gritos. Teresa nos pidió calma, pues Anna empezaba a ponerse un poco nerviosa. Nos disculpamos de la mejor manera que supimos, pues con nuestra algarabía se nos había ido un poco la olla. Pero ya se sabe lo mejor del carnaval son los preparativos.
En un momento de la noche Teresa se tuvo que marchar pues habían ingresado a su abuela, no era grave pero ella quería ir a verla. Le dijimos que no se preocupara que nosotros llevaríamos a Anna a coger el tren, pues al día siguiente iba a Córdoba. Y así lo hicimos, llevamos a la chica al tren con la nota del disfraz elegido, pues ella volvería justo la noche de carnaval.

Y llegó el día esperado nos reunimos de nuevo en casa de Teresa, tan sólo faltaban Julio y Anna sonó el timbre y escuchamos unas escandalosas risas, nos acercamos a la puerta y lo entendimos. Todos nos habíamos disfrazado de setas y Anna había aparecido de "teta", la traducción no fue la correcta. Después de casi morir de la risa, nos dimos cuenta que ella lo estaba pasando regular, así que transformamos la teta gigante de goma espuma en una divertida seta. Pero cada vez que nos imaginábamos a esa gran finlandesa disfrazada de teta por la calle...

Desde luego ha sido lo más cómico que nos ha ocurrido en tantos años de carnaval.


El Selu.

sábado, 5 de junio de 2010

Miradas, caricias y mucho más


Llegué a casa algo cansada, pero muy animada. Por fin era viernes. Nada más entrar me di cuenta, olí su fragancia. Atravesé el salón canturreando, y encendí la radio. Al escuchar un redoble de tambores, cambié la emisora y sintonicé algo más sugerente, sonaba Rosana . La sala estaba medio en penumbra, así la dejo cuando aprieta el calor. Comencé a desnudarme poco a poco. Sabía que me estaba observando. Primero pulseras y collares, que al caer por el pasillo produjeron un agradable cascabeleo sobre el suelo.
Después me quité los zapatos y caminé descalza hacia el dormitorio. Fui bajándome la cremallera del pantalón tranquilamente, como quien se sabe espiada, a la vez que caía, yo acariciaba mis piernas, mis ingles..., me desabroché la blusa pausadamente. Mis pezones estaban firmes tras el sujetador y decidí rozarlos suavemente, notaba como nos subía la temperatura. Medio desnuda me acerqué al cuarto de baño y abrí el grifo del lavabo, me eché un poco de agua fresca en el cuello.
Aún era pronto.

Como si de un martilleo se tratara, oí unos pequeños golpecitos. Estaba ahí, mirándome, dejándome hacer. Y yo ya lo sabía.
Me duché. Cubrí mi cuerpo con una suave bata de seda roja que caía por mi piel como besándola. Me tumbé en la cama y comencé a acariciar mis pechos. Lo necesitaba cerca, podía oír su respiración cada vez más jadeante. Apareció sin estrépito, conteniéndose. Colocó sus manos expertas, entre la bata y mi cuerpo y comenzó a susurrarme al oído como se sentía. Estaba excitado y yo también. Hizo una rasgadura en la bata y continuó nuestro juego. Me sentía cada vez más caliente. Sabe perfectamente lo que me hace ponerme a cien. Del que no nos oigan, pasamos a un tímido jaleo y terminamos como locos extasiados y gritando de placer.
Cansados, sudorosos y felices nos dejamos caer sobre la cama. En ese momento, sonó un mugido en la radio que nos hizo reír y retozar entre las sabanas como si en medio del campo nos encontrásemos.