jueves, 10 de diciembre de 2009

El enigma quechua



Valentina Mendes es arqueóloga en la Universidad de Lima. Hace dos años, recibió un paquete anónimo. Al abrirlo, sorprendida, vió que había dos objetos; uno era una especie de amuleto y el otro un pergamino en idioma quechua. Comprobó que ambos eran originales. El amuleto, un collar de cuentas de color con un espíritu protector colgando de él, podía datar del S. V, al igual que el pergamino. Se sentó frente a su ordenador y comenzó a traducir el texto. Este hablaba de Kuniraya Wiraqocha, un antiguo adivino y hechicero que viendo como su pueblo era diezmado quiso dejar por escrito esta historia. El texto resumido era más bien una profecía. " Aquel que pasadas muchas lunas recibiera estos regalos de su pueblo, debería devolverlos, pues eso querría decir que a pesar de los ataques de los invasores, los objetos habrían pasado siempre por manos de hijos de aquella tribu, llegando el día que lo recibiera una mujer diferente, pero con raíces quechuas, y ésta mujer lucharía por los derechos de los indígenas".
Desconcertada, Valentina, y algo incrédula, ¿sería ella?, revisó su árbol genealógico y efectivamente sus raices se mezclaban con sangre qechua. Después de investigar a qué tribu perteneció Kuniraya, cogió un avión y se adentró en la selva amazónica con un grupo de colaboradores. Llevó con ella el amuleto y el pergamino y se los entregó a sus verdaderos dueños, estos que conocían la leyenda entendieron que a partir de ese momento tenían en el exterior a una amiga que lucharía por preservar su historia y sus derechos.
Y así fue, Valentina y sus compañeros crearon una organización que desde entonces lucha por el respeto y la dignidad de las tribus incas en el Amazonas.