
Con todo ello, Amalia que así se llama esta singular mujer, creaba mundos irreales para los demás, pero muy tangibles para ella. Un día salía al mercado con aspecto de Mata-Hari, o bien como una auténtica ejecutiva. Cuando invitaba a sus amistades a su casa nunca sabían cómo sería el recibimiento. El salón podía estar decorado de los años sesenta o tal vez estaba sobrecargado al más puro estilo rococó y por supuesto ella vestía de acuerdo con la ocasión.
No le importaba el qué dirán, ella era feliz y a su manera hacía feliz a cuantos la rodeaban. Incluso en el mercado que al principio la miraban como si de una loca se tratase, había conseguido sin pretenderlo hacerse respetar y querer, claro está que de esa misma manera ella trataba a los demás y aunque parezca mentira a veces, sólo a veces, esto funciona.
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