miércoles, 3 de marzo de 2010

El buhonero


Iba el buhonero de pueblo en pueblo en su carreta tirada por un par de enormes y tranquilos bueyes. Vendía de todo; calcetines, bufandas, guantes, ollas, sartenes...

Junto a él, su inseparable y fiel búho le recordaba de donde provenían. Ambos extrañaban aquellos increíbles bosques y el olor a pino. Cuando cruzaban sus miradas se prometían en silencio regresar el año próximo.

Por el camino, los bueyes bufaban cansados, también ellos merecían un cambio de vida.

¡Llegó el momento! pensó el buhonero, y tirando para sí de las cinchas hizo que los animales dieran media vuelta. Regresaban a casa atravesando pantanos y bujeos, caminos y veredas.

Al llegar a su hogar subió al mejor lugar, la buhardilla, hasta ella trepaba como todos los años la rosada buganvilla, desde allí se sentía el rey del mundo. Oteaba el horizonte sobre el cual algunos buitres parecían saludarle. Estaban en casa. Era el momento de disfrutar de lo que realmente le hacía feliz. Su bosque, sus animales y sus amigos.

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